Júpiter es, en muchos sentidos, la expresión más radical de lo que un planeta puede ser. Con una masa que supera más de dos veces la de todos los demás planetas del sistema solar combinados, este gigante gaseoso domina la arquitectura dinámica de nuestro vecindario cósmico. Su presencia ha moldeado órbitas, influido en la distribución de asteroides, modificado la historia temprana de la Tierra e incluso puede haber contribuido a que nuestro planeta resultara habitable. El estudio de Júpiter no solo es una ventana a su naturaleza, sino también a los procesos fundamentales de formación planetaria. Compuesto principalmente de hidrógeno y helio, Júpiter es, en esencia, una estrella que nunca alcanzó la masa necesaria para encender reacciones de fusión nuclear. Su atmósfera superior, con sus nubes estratificadas y tormentas permanentes, muestra un comportamiento físico complejo que combina dinámica de fluidos, química atmosférica y poderosos sistemas de convección. La Gran Mancha Roja, una ...