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ASTRÓNOMAS QUE HICIERON HISTORIA

 HIPATIA DE ALEJANDRÍA

Hipatia es considerada de las primeras mujeres matemáticas de la historia. Hija del también matemático y astrónomo Teón de Alejandría, director de una escuela en la que también enseñó Hipatia. Superó a su progenitor en todos los campos, hasta el punto de ser reconocida como la figura más importante de la astronomía y las matemáticas de su tiempo. 

Entre sus trabajos astronómicos destaca la revisión, ampliación y corrección –conjuntamente con su padre– del Almagesto, el magno tratado astronómico ptolemaico y que plasmaron en trece volúmenes. Además, Hipatia también llevó a cabo un análisis matemático de los movimientos de los astros descritos por Tolomeo en sus tablas.


FÁTIMA DE MADRID

A medio camino entre la mitología de Urania y la historia de Hipatia se encuentra la figura mítica de Fátima de Madrid, puesto que no se sabe a ciencia cierta si esta astrónoma y matemática andalusí realmente existió. De haberlo hecho fue como la hija del sabio musulmán Maslama al-Majriti, con quien habría colaborado es sus estudios astronómicos. 

Entre sus contribuciones, integradas en la obra adscrita a su progenitor, destaca Tratado del astrolabio o Tabla de estrellas del astrolabio, fruto de su maestría en el manejo de ese instrumento. No obstante, existe bastante consenso entre los expertos es que se trata de una figura legendaria posiblemente inspirada en la figura de la “esclava astrónoma” del Califa de Córdoba al-Hakam II.


MARIE CUNITZ

Nieta del matemático alemán Anton von Scholtz, recibió una esmerada educación que le llevó a dominar siete idiomas y a gozar de una sólida formación en matemáticas, astrología y astronomía que le valieron el apodo de la Palas de Silesia. Unas capacidades que le llevaron a trabajar con Johannes Kepler en la revisión, corrección y traducción de sus trabajos sobre la predicción del movimiento de los planetas alrededor del Sol plasmados en sus célebres leyes. 

Una labor que sintetizó en la obra Urania propitia, publicada en 1650, que contenía las Tablas rudolfinas compiladas por Kepler. Sus conocimientos matemáticos sirvieron para simplificarlas y facilitar su comprensión, además de proponer una solución más sencilla al denominado “Problema de Kepler”. El libro, que incluía un prólogo en el que su marido dejaba constancia que la única autora era su esposa, le brindó una gran reputación en las esferas académicas de todo el continente, llegando a ser comparada con Hipatia.


MARÍA WINKELMANN KIRCH

Gracias a su formación como astrónoma inició una colaboración con el reputado matemático y astrónomo Gottfried Kirch, con el que finalmente contrajo matrimonio. Trabajando en equipo realizaron observaciones y cálculos recogidos en tablas, calendarios y almanaques y en 1702 se convirtió en la primera mujer en descubrir un cometa (C/1702H1). Aunque el hallazgo fue inicialmente atribuido a su marido, el error se corrigió tan solo una década más tarde. 

A pesar de las trabas que se interpusieron en su camino para acceder al mundo académico, María Winkelmann continuó publicando sus trabajos, entre los que destacan sus observaciones de la aurora boreal, en 1707, y de la conjunción del sol con Saturno y Venus de 1709.


EMILIE DU CHÂTELET

Como hija del jefe de protocolo de Luis XIV en Versalles tuvo el privilegio de ser educada por algunos de los mejores científicos de la corte –entre ellos, Clairaut–, demostrando un gran talento para las matemáticas y la física. Ello le llevó a escribir distintos tratados de ciencia, como Institutions de Physique, considerado el primer libro didáctico o de divulgación en el campo de la física y que escribió para instruir a su hijo. 

No obstante, su obra más destacada es la traducción revisada de la obra Principia, de Isaac Newton, escrita originalmente en latín. Un trabajo en el que Emilie profundizó en la teoría gravitatoria de Newton , que explicaba el movimiento de los astros y planetas. Tras completarlo justo antes de su fallecimiento, finalmente sería publicado en 1759 por su amante Voltaire y gracias al talento divulgador de su autora, la obra contribuyó a facilitar la comprensión de las ideas newtonianas y ayudó a su difusión en Francia y el resto de Europa.



NICOLE-REINE LEPAUTE

Perteneciente a una familia de la nobleza francesa al servicio de Isabel de Orleans, pudo disfrutar de una buena formación académica. Su matrimonio con el relojero real Jean André Lepaute, con quien colaboró realizando los cálculos incluidos en su Tratado de Horología, la introdujo en los círculos científicos. Su talento matemático la llevó a trabajar con el astrónomo Jerome Lalande y el matemático Clairaut para verificar las predicciones efectuadas por Edmund Halley sobre el regreso del cometa homónimo tras calcular cómo el efecto del tirón gravitatorio de los distintos planetas afectaba a su trayectoria. 

En 1762 se ganó definitivamente el reconocimiento de los astrónomos de su época y del público en general con la inclusión de uno de sus artículos en la publicación Connaissance des temps, en el que predecía con gran exactitud el eclipse solar que tendría lugar dos años después. El trabajo incluía un mapa con la duración y la hora exacta de comienzo y fin del eclipse en distintas localizaciones de Francia y Europa, por lo que centenares de copias fueron distribuidas entre la población que deseaba contemplar el evento.


CAROLINE HERSCHEL

Hermana de William Herschel, astrónomo real del rey Jorge III y descubridor del planeta Urano. Desde su puesto “oficial” de asistente de su hermano –un trabajo retribuido con 50 libras anuales, lo que supuso el primer salario profesional pagado a una mujer en Inglaterra–, Caroline colaboró mano a mano con William en sus observaciones del firmamento; además de hacer observaciones por cuenta propia en las que iba a descubrir, en 1786, su primer cometa. 

Tras esta hazaña, se centró en el descubrimiento y catalogación de estos cuerpos, que por entonces causaban sensación en la sociedad, lo que le hizo ganar popularidad entre el gran público. Más aún cuando sus trabajos astronómicos se convirtieron en los primeros artículos escritos y firmados por una mujer en ser leídos y publicados por la Royal Society.



WANG ZHENYI

Descendiente de una familia de intelectuales, fue instruida por su abuelo y su padre desafiando la prohibición de educar a las mujeres en la China del s. XVIII. Esta matemática, astrónoma y poetisa aplicó sus conocimientos de trigonometría para estudiar y describir diversos fenómenos celestes como la precesión de los equinoccios y, especialmente, los eclipses lunares y solares. 

Estos últimos los estudió con un ingenioso montaje casero en el que una mesa redonda giratoria representaba la Tierra, una lámpara colgada sobre ella el Sol y un espejo circular dispuesto en el borde de la mesa hacía las veces de Luna. Un montaje que le permitió interpretar los movimientos relativos de los tres cuerpos durante estos eventos de ocultación.


MARY SOMERVILLE

A la escocesa Mary Somerville le corresponde el indudable mérito de ser la primera persona definida como científica (scientist, sin género, en el inglés original), término acuñado en la revisión de una de sus obras para reemplazar el empleado hasta entonces de “hombres de ciencia”, que no se ajustaba a la autora del libro. Un mérito por partida doble si se tiene en cuenta que Mary, hija de una familia muy humilde, tuvo una formación autodidacta en matemáticas y astronomía 

Sin embargo, y gracias a al apoyo de su marido, para 1827 sus capacidades eran ya suficientemente reconocidas para que se le encargase efectuar una edición revisada del Traité de Mécanique Céleste de Laplace –a su vez, una revisión extendida de los Principia de Newton–. La revisión de Somerville, publicada en 1831 bajo el título Mechanism of the Heavens profundizaba aún más en la teoría gravitatoria al aplicar nuevos métodos y desarrollos matemáticos. La obra, que gozó de una gran acogida, contribuyó a difundir las ideas de Newton y Laplace.


ANNIE JUMP CANNON

Una de las “computadoras de Harvard”, como se conoce al grupo de mujeres contratadas por el director del Harvard College Observatory para catalogar estrellas examinando cientos de placas fotográficas del firmamento (y entre las que también figuraba Henrietta Leavitt). A lo largo de su carrera, Cannon catalogó más de 350.000 estrellas además de crear el Catálogo Harvard de Estrellas Variables. 

Sin embargo, su mayor contribución fue crear el actual sistema de clasificación de objetos estelares, que los cataloga como O, B, A, F, G, K o M atendiendo a su temperatura. Finalmente, en 1938 su trabajo fue “reconocido” cuando Harvard le dio un puesto entre su personal.


CECILIA PAYNE-GAPOSCHKIN

Si hoy sabemos que las estrellas están compuestas fundamentalmente por hidrógeno y una pequeña proporción de helio es en gran medida gracias a Cecilia Payne-Gaposchkin, la primera mujer en obtener un doctorado en astronomía en Harvard con una (hoy) celebrada tesis sobre las atmósferas estelares en la que realizó un exhaustivo análisis de sus espectros que le llevó a alcanzar esa revolucionaria conclusión. 

Pero en 1925 su teoría contravenía a la idea vigente de que las estrellas tenían una composición similar a la terrestre, por lo que su trabajo fue silenciado hasta que cuatro años después otras investigaciones astronómicas independientes confirmaron la composición del Sol. Solo entonces su innovadora investigación astronómica y su fundamental contribución comenzaron a ser puestas en valor. Hasta el punto de que en 1962 su tesis fue clasificada como la más brillante jamás escrita en el ámbito de la astronomía.



JILL TARTER

Mucho antes de que la película Figuras ocultas reivindicase la labor y la contribución de las mujeres a la astronáutica, la figura de la astrónoma Jill Tarter ya había inspirado el personaje de la Doctora Ellen Arroway, la protagonista de la novela Contact de Carl Sagan. No en vano, y tras incorporarse en la década de 1970 a la NASA como investigadora científica del programa de búsqueda de señales extraterrestres mediante el rastreo sistemático del firmamento con radiotelescopios terrestres, Tarter fue una de las figuras clave en la puesta en marcha del SETI (Instituto para la búsqueda de inteligencia extraterrestres), además de su primera directora.


ANDREA GHEZ

En 2020, la Academia de las Ciencias de Suecia concedía el Premio Nobel de Física a la astrónoma estadounidense Andrea Ghez y su colega Reinhard Genzel por su “descubrimiento de un objeto compacto supermasivo en el centro de la galaxia”. De este modo, Ghez se convertía en la cuarta mujer en recibir el galardón en esta disciplina y la primera en hacerlo por un descubrimiento astronómico. 

El premio supuso la culminación a un trabajo de treinta años que inició en la década de 1990 cuando ideó una forma de confirmar si existía un enorme agujero negro en el centro de la Vía Láctea, tal y como predecía la Teoría einsteiniana. El procedimiento consistía emplear en telescopios de gran resolución para estudiar y analizar la trayectoria de estrellas que orbitan el centro de la galaxia. Operando así determinó que su órbita está gobernada por un cuerpo masivo central con una masa equivalente a la de 4 millones de soles concentrada en una pequeña región del espacio.



SARA SEAGER

El estudio de los exoplanetas –planetas que orbitan estrellas fuera de nuestro sistema solar– comenzó en 1992 con el descubrimiento del primero de su clase. En la actualidad se conocen casi 4.600 de estos cuerpos. Muchos de ellos gracias a la labor de Sara Seager, astrofísica y científica planetaria del MIT, quien dirige un equipo destinado a localizarlos y analizar la composición atmosférica y de su núcleo para determinar si pueden o pudieron albergar algún tipo de vida.




- La imaginación es la facultad del descubrimiento, preeminente. Es lo que penetra en los mundos nunca vistos a nuestro alrededor, los mundos de la ciencia






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