Entre el 23 de julio y el 11 de agosto de 2025, Argentina lideró una de las expediciones submarinas más importantes de su historia: Underwater Oases of the Mar del Plata Canyon: Talud Continental IV. Esta campaña científica, impulsada por el CONICET en colaboración con el Schmidt Ocean Institute, exploró por primera vez con tecnología de vanguardia el Cañón de Mar del Plata, una formación submarina ubicada a unos 300 km de la costa, alcanzando profundidades cercanas a los 3 900 m. A bordo del buque de investigación R/V Falkor (too) y utilizando el vehículo operado remotamente ROV SuBastian, los científicos lograron capturar imágenes en ultra alta definición y recolectar muestras biológicas sin dañar el ecosistema, en una expedición que combinó ciencia, exploración y divulgación sin precedentes.
Los hallazgos superaron las expectativas: se documentaron más de 40 especies posiblemente nuevas, incluyendo esponjas carnívoras, corales fríos como Bathelia candida y Anthomastus sp., calamares luminosos, langostas rosas y ejemplares que cautivaron al público como la “estrella culona” (Hippasteria), apodada así por su parecido con Patrick de SpongeBob, y el pepino de mar morado conocido como “pequeña batatita” (Benthodytes).
La expedición se volvió un fenómeno social gracias a la transmisión en vivo de cada inmersión, que promedió medio millón de visualizaciones por sesión y alcanzó cerca de 18 millones de vistas en tres semanas, llegando a superar el millón y medio en un solo día (Associated Press). En su última inmersión, los investigadores desplegaron bajo el agua un cartel con el mensaje “Gracias por el apoyo”, cerrando con un gesto emotivo que se viralizó en redes (Buenos Aires Herald).
Más allá del impacto científico, la campaña coincidió con una etapa de recortes presupuestarios al CONICET por parte del gobierno de Javier Milei, generando debate sobre la financiación de la ciencia y una convocatoria a huelga nacional de 48 horas por parte de la comunidad científica (El País, The Tico Times). Pese a este contexto, la expedición sirvió también como plataforma educativa: se realizaron actividades de divulgación dirigidas a escuelas y se trabajó junto a iniciativas como Proyecto Patagonia Azul para acercar la oceanografía a nuevas generaciones.
Esta misión no solo amplió el conocimiento sobre la biodiversidad de las profundidades argentinas, sino que también puso en el centro de la conversación pública la importancia de invertir en ciencia, tecnología y conservación marina.
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