El número π (pi) es una de las constantes matemáticas más fascinantes de la historia. Su valor, que expresa la relación entre la longitud de una circunferencia y su diámetro, ha intrigado a matemáticos de diferentes culturas durante milenios.
Primeras aproximaciones
Las referencias más antiguas conocidas datan de casi 2000 años antes de Cristo. En Babilonia (1900–1600 a. C.), una tablilla de arcilla (YBC 7289) otorga a π un valor de 3,125. Casi en paralelo, en Egipto, el Papiro de Rhind o de Ahmes (1650 a. C.), copiado de un texto aún más antiguo (~1850 a. C.), establecía un valor cercano a 3,16.
Algunos investigadores han sugerido que la Gran Pirámide de Giza (2570 a. C.) podría haber sido construida siguiendo proporciones relacionadas con π, aunque la mayoría de los egiptólogos considera que esto es una coincidencia arquitectónica y no un uso consciente del número.
Incluso la Biblia hace una mención indirecta: en 1 Reyes 7:23 y 2 Crónicas 4:2, la descripción del “mar de bronce” da una relación diámetro-perímetro equivalente a π ≈ 3.
Avances en la Antigüedad clásica y la Edad Media
Fue el matemático griego Arquímedes (siglo III a. C.) quien dio un gran salto conceptual. Usando polígonos inscritos y circunscritos, estableció que π debía estar entre 3,1408 y 3,1429. Su método fue el más avanzado durante más de mil años.
En China, el matemático Zu Chongzhi (480 d. C.) calculó π con una precisión extraordinaria para su tiempo: 3,1415926 < π < 3,1415927. Aunque no se conoce exactamente cómo llegó a ese resultado, sus decimales fueron sorprendentemente exactos.
En la India, Madhava de Sangamagrama (siglo XIV) y su escuela desarrollaron las primeras series infinitas para calcular π, entre ellas la que más tarde sería conocida como serie de Leibniz. Gracias a este avance, logró obtener hasta 11 decimales correctos.
La era moderna
El desarrollo de nuevas técnicas en Europa permitió un avance notable. En 1706, el inglés John Machin alcanzó más de 100 decimales de π usando su famosa fórmula trigonométrica, que sería empleada durante siglos por otros matemáticos.
Con la llegada de la computación en el siglo XX, la búsqueda de más decimales se aceleró. En 1949, los matemáticos John Wrench y Levi B. Smith alcanzaron 1120 cifras utilizando una calculadora electrónica, un hito para la época.
π en la era digital
El uso de supercomputadoras y servicios en la nube revolucionó este campo. En 2019, la investigadora japonesa Emma Haruka Iwao (Google) calculó π hasta 31,4 billones de decimales. No se detuvo allí: en 2022 rompió su propio récord y llevó el valor de π hasta los 100 billones de cifras, tras 158 días de cálculo continuo en Google Cloud.
Un número infinito y eterno
Aunque para la práctica diaria basta con unos pocos decimales (3,1416 o incluso 3,14), la búsqueda de nuevas cifras de π se ha convertido en un desafío matemático, tecnológico y hasta filosófico. Pi no solo es una constante geométrica: es un símbolo de la relación entre las matemáticas, la historia humana y el infinito.
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