En lo más profundo de la historia de la vida, antes de que existieran animales, plantas, hongos o bacterias diferenciadas, hubo un organismo del que descendemos todos: LUCA (Last Universal Common Ancestor). No fue ni el primer ser vivo del planeta ni un organismo único en su tiempo, pero sí el punto de convergencia evolutiva del cual derivan todas las formas de vida actuales.
LUCA habría vivido hace más de 3.500 millones de años, en un planeta muy distinto al actual: con océanos ricos en compuestos químicos, atmósfera reductora y una intensa actividad volcánica e hidrotermal. Los estudios sugieren que su hogar más probable fueron las chimeneas hidrotermales del fondo oceánico, donde la energía química fluía en abundancia y creaba entornos ricos en nutrientes.
Los análisis genómicos modernos han permitido reconstruir parte de sus características. LUCA no era un organismo simple como una molécula autorreplicante, sino una célula procarionte primitiva con una compleja maquinaria molecular:
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Poseía ADN como material genético, lo que indica que ya había quedado atrás la llamada “era del RNA”.
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Utilizaba el código genético universal, el mismo que comparten bacterias, arqueas y eucariotas.
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Contaba con ribosomas capaces de traducir ARN en proteínas, lo que implica que ya disponía de un sistema de síntesis de proteínas eficiente.
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Dependía de metabolismos simples, basados en reacciones químicas con hidrógeno, dióxido de carbono y minerales, sin necesidad de oxígeno (que aún era escaso en la atmósfera).
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Carecía de estructuras complejas como núcleo u orgánulos, pero ya mostraba una organización celular definida.
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Foto: Ecología Verde |
El estudio de LUCA no solo nos conecta con el origen de la vida en la Tierra, sino que también alimenta la astrobiología, pues comprender cómo surgió y se adaptó puede ayudarnos a identificar posibles formas de vida en otros mundos, como Marte o las lunas heladas de Júpiter y Saturno.
Es importante subrayar que LUCA no fue el primer ser vivo. Antes de él existieron linajes más primitivos que desaparecieron sin dejar descendencia. LUCA es, más bien, el nodo común de un árbol evolutivo que aún sigue expandiéndose.
En otras palabras, todos los organismos vivos —desde una bacteria hasta un ser humano— compartimos una herencia que se remonta a este ancestro universal. LUCA representa el hilo invisible que une a toda la biosfera en una sola historia evolutiva.
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