Stephen William Hawking (1942–2018) fue un físico teórico, cosmólogo y divulgador británico cuya vida y obra simbolizan la unión entre la brillantez intelectual y la resiliencia humana. Nacido en Oxford durante la Segunda Guerra Mundial, creció en un ambiente académico que estimuló su curiosidad por el universo. Desde joven mostró una mente analítica excepcional, aunque sus calificaciones escolares no siempre reflejaban su genio. Estudió física en la Universidad de Oxford y luego se doctoró en cosmología en la Universidad de Cambridge, donde comenzaría una de las carreras científicas más influyentes del siglo XX.
A los 21 años, cuando apenas iniciaba su doctorado, le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa progresiva que lo dejó paralizado casi por completo. Los médicos le dieron solo unos pocos años de vida. Sin embargo, Hawking desafió todas las expectativas: no solo sobrevivió más de medio siglo después del diagnóstico, sino que también produjo algunas de las ideas más profundas sobre el cosmos y su origen.
Uno de sus mayores aportes fue combinar la relatividad general de Einstein con la mecánica cuántica, dos teorías que hasta entonces parecían irreconciliables. En la década de 1970, junto con el físico Roger Penrose, desarrolló los teoremas de singularidad, que demostraron que el universo —si las ecuaciones de Einstein eran correctas— debía haber surgido de una singularidad: un punto de densidad y curvatura infinitas, el inicio del tiempo y del espacio.
Pero su descubrimiento más célebre llegó poco después. En 1974, Hawking propuso que los agujeros negros no eran completamente oscuros, como se creía, sino que emitían radiación debido a efectos cuánticos en su horizonte de sucesos. Este fenómeno, conocido hoy como radiación de Hawking, revelaba que los agujeros negros podían perder masa y, eventualmente, evaporarse. Esta idea unió conceptos de gravedad, mecánica cuántica y termodinámica, y cambió radicalmente la visión de los agujeros negros y del destino final del universo.
La paradoja resultante —qué sucede con la información contenida en un agujero negro cuando este desaparece— sigue siendo uno de los problemas más profundos de la física moderna. La “paradoja de la información” que él planteó continúa impulsando la búsqueda de una teoría cuántica de la gravedad, el “santo grial” de la física teórica contemporánea.
A pesar de su enfermedad, Hawking no se limitó al ámbito académico. Se convirtió en un ícono cultural y un símbolo de la capacidad humana para trascender las limitaciones físicas. Comunicándose mediante un sintetizador de voz, escribió libros que acercaron la cosmología al público general, entre ellos Una breve historia del tiempo (1988), que vendió millones de copias y tradujo conceptos complejos —como el Big Bang, los agujeros negros y el tiempo imaginario— a un lenguaje accesible.
Su visión del universo era tanto científica como filosófica. Sostenía que no era necesario invocar una causa divina para explicar el origen del cosmos, afirmando que las leyes de la física bastaban para que el universo surgiera “de la nada”. Sin embargo, siempre mantuvo una actitud profundamente asombrosa ante la existencia, recordando que “mirar a las estrellas y no a los pies” era el mayor acto de curiosidad que podía hacer el ser humano.
Además de su labor científica, fue un defensor del pensamiento racional y del acceso abierto al conocimiento. También advirtió sobre los riesgos del cambio climático, la inteligencia artificial y las armas nucleares, mostrando su preocupación por el futuro de la humanidad.
Stephen Hawking falleció el 14 de marzo de 2018, coincidiendo simbólicamente con el aniversario del nacimiento de Albert Einstein. Su legado perdura no solo en las ecuaciones que llevan su nombre o en sus teorías, sino también en su ejemplo de vida: un hombre que, aun atrapado en un cuerpo inmóvil, exploró los confines del tiempo, el espacio y la imaginación humana.
Hawking demostró que el pensamiento puede ser más poderoso que cualquier límite físico. Su vida fue una ecuación viviente entre ciencia y coraje, recordándonos que incluso el universo más oscuro puede irradiar luz.


Un cordial saludo. Con respecto al postulado de la Relatividad General referido a que "la Gravedad es la curvatura del espacio-tiempo", quisiera poner a disposición de los interesados en el tema un resultado confirmado por más de cuatro programas de inteligencia artificial consultados en cuanto a que "en base al Efecto Shapiro es posible desestimar tal enunciado" (!?) En caso de resultar de interés hacérmelo saber para enviarles los textos descriptivos. diazreyesjosealberto62@gmail.com
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